1. Construye un legado sobre integridad consistente, no brillantez ocasional.
La gente recuerda lo malo más que lo bueno. En el liderazgo, puedes hacer mil cosas buenas, pero un paso en falso puede eclipsarlas todas. Es la naturaleza humana enfocarse en lo negativo, así que sé intencional con tus acciones y decisiones.
2. El liderazgo que pisotea a otros deja atrás un rastro de resentimiento y aislamiento.
No derribes a otros mientras estás en la cima. El poder no es una licencia para oprimir, es una responsabilidad para elevar. Si usas tu influencia para dañar o reprimir a otros, manchará tu legado cuando ya no estés en el poder. Protege tu reputación liderando con humildad, justicia y respeto.
3. Crea tu equipo sobre valores que perduran más allá de tu reinado.
Crea tu equipo sobre la integridad, no por miedo. No importa lo poderosa que sea tu posición o lo talentoso que sea tu equipo, si tu liderazgo está arraigado en la manipulación o el miedo, tu apoyo desaparecerá cuando ya no seas fuerte. Incluso el poderoso león, rey de la jungla, es abandonado por su orgullo cuando envejece. La verdadera lealtad se gana a través de la confianza, la bondad y el liderazgo ético.
4. Lidera hoy con el mañana en mente.
La fuerza y el poder son temporales, úsalos sabiamente. El liderazgo es una temporada. La fuerza se desvanece, las posiciones cambian. Usa tu tiempo en el poder para invertir en lo que dura: tu salud, tu familia, tus hijos, tu crecimiento y tu futuro. No te dejes descrestar por títulos temporales o aplausos. Prepárate para el día en que las luces se apaguen y la multitud se disperse.
5. Lidera de una manera que tu futuro te lo agradecerá.
El poder de hoy debe asegurar la paz del mañana. Cada decisión que tomas mientras estás en el poder se hace eco de tu futuro. Usa tu autoridad para sembrar semillas de paz, respeto y buena voluntad. Los leones se dan un banquete cuando son fuertes, pero muchos terminan sus vidas en soledad y miseria porque gobernaron con crueldad, no con sabiduría. El poder es fugaz. La fama desaparece. Los títulos vencen. Pero el carácter perdura.